sábado, 29 de diciembre de 2007

algo que no sea prosa


Título: Ciudad del hombre: New York
Autor: Jose María Fonollosa
Editorial: Acantilado
Sección: Poesía

Jose María Fonollosa nació en Barcelona el día 8 de agosto de 1922. A los 22 años publica La sombra de tu luz, a los 25 publica Umbral del silencio. Cuando aparece su siguiente libro Fonollosa tiene ya 68 años. Por lo tanto, podemos decir que prácticamente toda la obra de Fonollosa se construyó desde el silencio y el olvido. Un silencio sólo interrumpido por el ritmo del jazz —al que era un gran aficionado— y el sonido rasgado de las páginas de sus libros, pues sólo eso había en su casa el día que lo encontraron muerto, muchos discos de jazz y muchos libros.

En Ciudad del hombre: New York, Fonollosa nos presenta una ciudad bullente y esquizofrénica llena de hombres y mujeres —casi siempre hombres— que nos hablan de sus vidas, sus manías o su visión del mundo, a menudo perturbada y deliciosamente incorrecta. Es por lo tanto un libro coral, que recuerda en cierto modo a Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters. En ambos casos nos encontramos con una ciudad en la que sus habitantes nos cuentan historias, cosas que les ocurrieron. Si bien en Antología de Spooon River los personajes están muertos y lo que leemos son sus epitafios, en Ciudad del hombre encontramos hombres muertos en vida, cuya desesperación y hastío les acerca más al lado oscuro. Por lo tanto tenemos un libro cuyos poemas están a medio camino entre la poesía y la narración. Sus personajes muestran una insatisfacción permanente, no les gusta este mundo, ni esta ciudad, pero la necesitan. Este es el primer poema: “No hay nada bueno en ti. Por eso te amo”. A partir de aquí, entramos en las vidas de estos personajes desquiciados.
Fonollosa no rehuye ningún tema por desagradable que pueda parecer. Así vemos el incesto tratado con total naturalidad: “El premio es este goce tuyo y mío./El placer que me das, yo lo sentía/cuando estaba, en tu madre, elaborándote”. También el asesinato aparece repetido constantemente: “No sabía/que un delgado cuchillo entra en la carne/sin despertar la piel. Como entra el frío”. O incluso hay poemas en los que se hace apología del crimen como medio de hacerse famoso: “Si en ti hay la aberración, rara e inútil,/de querer ser un hombre que trascienda,/no estudies ni te esfuerces. Simplemente/aprende a manejar una pistola.”

De este modo Jose María Fonollosa va construyendo un libro-ciudad donde cada hombre tiene una historia, una visión del mundo y de la vida. Una obra coral llena de voces que malviven y se arrastran al borde del abismo. Bares, pubs de mala muerte, cuchilladas “en el segundo espacio intercostal”, suicidios, asesinatos a punta de pistola, abusos, violaciones, necrofilia, prostitución, parejas rotas, abandonos, sexo (mucho sexo), algo de amor, onanismo (“la pareja perfecta es uno a solas”), homosexualidad (“es lógico que se amen las mujeres/de haber sido mujer, fuera lesbiana”), necesidad de huir, soledad, aburrimiento, hastío, etc. Fonollosa sabía que su labor era importante. Se pasó media vida escribiendo en silencio, sin publicar nada, trabajando en una obra que sabía habría de perdurar cuando él muriera y que hablaría por él a otras generaciones de hombres, urbanitas complacidos que no saben o no quieren ver el horror que hay detrás de cada rostro. Por eso dedicó a su obra tanto tiempo, él ya lo sospechaba: “es la obra de la mente que se yergue/desafiando políticas y edades./Y uno perdura en ella por los siglos”. Que así sea.

Manuel

No hay comentarios: