jueves, 10 de enero de 2008

Para nuestra culturilla

Literatura y software: Elogio de los nuevos soportes
Texto de Ángel García Galiano

Esto ya nos ha pasado antes, recuerden los lectores a principios del siglo XIII cuando se comenzó a extender por Europa el uso (y abuso, según los recalcitrantes) del papel: ese soporte feble y efímero que pretendía competir (figúrense) con la tablilla de cera (¡ah!, ese delicioso olor tan sensual, ¡y su tacto!, ¿cómo renunciar al tacto de la cera sobre la superficie mórbida y sus dulces anfractuosidades?) y el punzante stilus, hasta ahí podíamos llegar. 

Recuerden cómo nos pusieron (como no digan dueñas) a los que osamos defender los nuevos soportes: no para la entrega, uso y disfrute final, faltaría más, dónde esté un buen (y caro) pergamino..., pero sí como medio útil, barato y eficaz de trabajo en las tareas de borrador: frente al laborioso empeño de las pizarras de cera, el papel es dúctil, económico, se pueden acumular sus páginas sin problema de espacio, es fácil corregir sobre él, volver sobre lo escrito, rescribir una y otra vez, algo casi imposible en la pesadez de la cera. 
Hasta inventamos, gracias a los nuevos soportes modernos, nuevos géneros literarios: el ciclo artúrico del maravilloso Lancelot prosificado, los libros de caballerías en general (que es como decir el inmediato antecedente de la novela moderna) hubiera sido literalmente imposible sin la aparición de este nuevo, eficaz y controvertido instrumento de escritura. Está más que demostrado (ahí tienen al el maestro Martín de Riquer, que no me dejará mentir) que fueron las nuevas tecnologías las que propiciaron el paso de los lineales y breves poemas tipo Chretien de Troyes a las complejas organizaciones arquitectónicas de los libros de caballerías: sólo un proceso de redacción en papel, que permite al escritor leer y releer, volver atrás con suma facilidad para enhebrar profecías, sueños, venganzas, paralelismos de toda laya, es capaz de generar esas nuevas estructuras que a la postre “inventaron” la modernidad. 

Recuerdo luego cómo renegaron (siempre los mismos, los defensores de la tradición y la costumbre) de la imprenta, ese invento de Satanás (Dios lo bendiga), que hasta obligaron durante muchos lustros (al menos hasta Aldino, ese sedicente veneciano posmoderno) a los pobres cajistas a reproducir en sus plomos la forma y el estilo de los manuscritos. Y los monjes, los peores de todos, según ellos una Biblia impresa no era una Biblia, y preferían copiarla a mano, ¡como siempre se ha hecho!, antes que entregarse a tamañas veleidades punto menos que heréticas. 

Ahora arremeten con el soporte digital y añoran el olor de la tinta: son los mismos que luego defenderán los bits a capa y espada cuando la imaginación humana nos provea con nuevas posibilidades técnicas para propiciar eso que (no se olvide) realmente importa: el anhelo de belleza encarnado en palabras, la Literatura. Se me ocurre que ese nuevo y más sutil y mágico soporte vuelva a ser la memoria, la oralidad: ya verán, arremeterán contra ella y defenderán la sensualidad táctil del disquete y su resplandor fosfórico en la pantalla de plasma... y entonces todo volverá a comenzar. Otra vez.

Angel García Galiano es escritor, autor de la novela El mapa de las aguas (Editorial Mondadori) y profesor de Teoría de la Literatura en la Universidad Complutense de Madrid.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Manuel, el texto no esta mal y la verdad es que corresponde conb la situacion que se empezara a vivir en unos años en cuanto aparezca un lector electronico decente para libros.....y una cosa: por etiqueta, si pones un texto de otra persona y que haya sido publicado en otro medio, has de indicar tambien este ultimo, no solo el nombre del autor, mas que nada por el tema de los derechos, y si es copyleft, al menos por etiqueta.

Anónimo dijo...

lo cierto es que este texto está en varios sitios, uno de ellos mi disco duro ya que nos lo dio el profesor (mi profesor) entre otros muchos en la asignatura "teoría del lenguaje literario" por eso no he indicado el origen, pero, si saco algo de otro sitio, lo indicaré debidamente. Gracias por el consejo.
Ha salido hace poco un lector que no está del todo mal, creo que es de amazon, y estoy convencido de que el futuro, creo que todos lo estamos, pasa por prescindir del papel, igual que la música está prescindiendo cada vez más del soporte en cd. Todo serán archivos, memorias, capacidades, resolución de pantalla, descargas de internet... ¿cuánto tiempo de vida les queda a las librerías convencionales? 100 años? más? menos? creo que el fetichismo de las grandes bibliotecas o los libros bien encuadernados es algo de lo que habrá que prescindir. lo importante es el texto, el contenido y no tener que levantarse cada dos por tres de la sila a consultar ese manual que tengo en lo alto de la librería, o ese libro que quiero prestar, ¿dónde estaba? Lo mejor es tenerlo todo bien ordenado en el disco duro, y con un golpe de tecla tener el texto delante de nuestras narices, tumbados en el sofá, o esperando en la parada de autobús.

Un saludo!

Recaredo Veredas dijo...

El formato digital ya ha vencido en texto, bases de datos o enciclopedias. Que ocurra lo mismo en literatura es cuesión de tiempo, de cambio de generaciones. Enhorabuena por el blog.

Anónimo dijo...

Pues a ver cuántas generaciones hacen falta...
por cierto, enhorabuena a ti por el tuyo, me he dado un a vuelta y es muy interesante, no sólo el blog, también los links.

Gracias.

Anónimo dijo...

Pues me parece que generaciones no haran falta, posiblemente nosotros mismos ya empecemos a usar este aparato, o como mucho la siguiente...ademas, sorprendido me he cuando el domingo me entere que ya han conseguido que una computadora escriba por primera vez una novela de manera autonoma, mezclando parametros de estilo de autores rusos y la estructura de un novelista japones (y no es ese...)...por lo que parece la novela es un pestiñazo, pero ya es la primera...¿un paso hacia lo que se podra hacer cuando la inteligencia artificial sea plena?

Anónimo dijo...

joer, y ya sólo queda que las máquinas empiecen a comprar las novelas escritas por otras máquinas y en lugar del Premio Nobel otorguen el Premio Microsoft. Y cuando le pregunten a un escritor humano qué escritores han influido más en su obra dirá, pues mi ordenador y el de mi vecino, y el de un señor de Kansas que no me acuerdo como se llamaba pero tenía el doble de RAM que el mío.

¿...?