jueves, 3 de abril de 2008

Be friky, my friend

Título: Be water, my friend
Autor: John Little
Editorial: La esfera de los libros
Sección: Religiones orientales

El autor: Licenciado en Filosofía por la Universidad McMaster de Hamilton, Ontario, escribe artículos en revistas de deporte, ha escrito varios libros de salud y fue El Elegido por la fundación de Bruce Lee para difundir el legado intelectual del artista marcial.

La obra: Querido lector, si eres friky como yo (y si no también), a estas alturas de la película seguramente sabrás que Bruce Lee (San Francisco, 1940 - Hong Kong, 1973) se ha convertido ya en todo un icono de la cultura pop-ular digno de haber podido entrar en la portada las Sgt. Pepper´s… de los Beatles. Desde su muerte hasta la actualidad, toda una caterva de frikis se ha encargado de ello. Y sí: es oro todo lo que reluce. Pero no precisamente por lo que respecta a dicho grupo, sino porque a nuestro pesar, su mensaje sigue siendo tan auténtico como verdadero.

En esta pequeña joya (aunque de bisutería, eso sí), John Little realiza un sucinto repaso de la biografía intelectual del malogrado Lee, que viviendo siempre a caballo entre oriente y occidente, supo encontrarse las habichuelas en el mundo del espectáculo cinematográfico con la habilidad de no sólo conservar, sino también de difundir a través de la actuación, el preciado acervo cultural del que era oriundo.

A pesar de tener la juventud errática de un adolescente problemático, Lee supo finalmente encauzar su vida a través de las artes marciales. Todo un lugar común, dicho sea de paso, salvo porque en esta ocasión adquiere tintes arquetípicos. Pero como ya he insinuado antes, no es ésta una biografía del personaje en cuestión, sino de sus ideas y de cómo trató de difundirlas en ambos extremos culturales.

Quien esté familiarizado con el Tao y con las filosofías orientales, no encontrará ningún contenido especialmente novedoso en este libro. Pero lo que sí podrá encontrar es la gran sensibilidad de un hombre que siempre trató de llevar a la práctica las ideas filosóficas que profesaba. Y esto, tratándose de la filosofía del Tao, no es una cuestión badalí. Porque a diferencia de lo que sucede con la filosofía occidental, donde todo es mucho más explícito y la razón más estricta puede llegar a calarlo todo, la filosofía oriental es mucho más poética e inaprensible.

Según Little, el taoísmo se apoya directamente sobre el simbolismo del Tai Chi, o lo que en occidente es más conocido como el símbolo del Yin/Yang, que representaría la filosofía del “uno entre muchos” o “Absoluto”, donde el yin (suavidad) y el yang (firmeza) son dos fuerzas conceptualmente contrarias, pero al fin y al cabo complementarias en la realidad, y que no hacen sin formar la fuerza indivisible de la que surgen todos los cambios por la propia y constante interacción de ambos principios reguladores.

Sobre esta base, Lee elaborará la filosofía de su arte marcial, a la que bautizó como Jeet kune do (“el puño que intercepta”), y que puede resumirse como una forma de “luchar sin luchar” en la que se utilizan a partes iguales tanto el yang como el yin. De aquí que su estilo de lucha acabe siendo algo así como una ausencia de estilo en la que adquiere una importancia capital la adaptación a las circunstancias y al oponente de cada combate. No en vano, para enfatizar todo este concepto del Tao, Lee elaboró su propio símbolo del JKD añadiéndole al del Tai Chi dos flechas rodeándolo para enfatizar la interdependencia de todas las cosas, y en torno a éste, la frase en chino: “Utilizar la falta de camino como un camino; y la falta de limites, como límite.” (Ver su dibujo arriba a la izquierda en la fotografía de la portada del libro.)

Pero no nos llevemos a engaño. La filosofía del JKD no se restringe al arte marcial, sino que también es extensible a cualquier ámbito de la vida, que es precisamente lo que siempre trató de llevar a cabo y difundir el propio Lee, porque, como se ha visto, la propia filosofía del JKD nace de algo mucho más profundo y esencial que cualquier arte marcial, no siendo éste más que una de sus múltiples manifestaciones.

La virtud aquí de Lee es la de haber servido, para toda una generación, de un gran difusor, a través de sus películas, de todo este contenido de la filosofía del Tao, y que el mismo Lee, visto ahora retrospectivamente, pudo haber resumido como el título del libro: Be water, my friend.

“Deja en blanco tu mente. Permanece sin forma definida. Como el agua. Si viertes agua en una taza, se convertirá en la taza. Si la echas en una botella, se transformará en ella. Si la pones en una tetera, será la tetera. Pero el agua puede fluir o estrellarse contra algo. Así que sé agua, amigo mío.”

Son las propias palabras de Lee recogidas de La entrevista perdida de televisión que le realizó Pierre Berton en 1971, pero que no salió a la luz hasta mucho después de su muerte, en 1993, aunque la mayoría de la gente (yo entre ellos) las haya escuchado bastante más recientemente por ser utilizadas, abyectamente (todo hay que decirlo), por la BMW para patrocinar en televisión uno de sus productos igualmente abyectos.

Aún sería preciso entrar en otros conceptos fundamentales del Tao, como el wu hsin (“no mente”) y el wu wei (“no acción”) sin los cuales no es cabalmente comprensible esta filosofía, pero ya va siendo demasiado extenso esta reseñita que sólo pretende invitar a la lectura, no resumir el libro de pe a pa a mayor gloria de un pedantón cualquiera. Sólo diré para acabar unas palabras acerca del tal Little. Sin duda alguna lo mejor del libro son las propias palabras de Lee (ver a este respecto los propios libros de Lee acerca de JKD y sus recopilaciones de aforismos), y quizá también la aportación de Little cuando se limita a comentar las palabras del primero. Pero cuando el propio Little empieza a aportar ideas de su cosecha, la pringa estrepitosamente. Como ya he dicho antes, Little es licenciado en Filosofía por la Universidad McMaster de Hamilton, Otario. Lo dice en la solapa del libro. Y yo digo: Pues vale, como si yo me licenciara en Biología marina por la Universidad de Albacete. Porque, en verdad, resultan sorprendentes, por ejemplo, las afirmaciones, auque breves (gracias a Dios), de Little acera del Tractatus logico-philosophicus de Wittgenstein, de las que sólo se pueden decir que son notoriamente equivocadas; la comparación del “Absoluto” taoista con el “Absoluto” de Hegel no puede ser más que calificada de hilarante; y la intromisión en el discurso de la mecánica cuántica vía David Bohm no puede ser otra cosa que superchería cienciológica (esto es, de la “iglesia” de la cienciología).

En definitiva, libro recomendable para quien quiera penetrar en el sincero pensamiento de Bruce Lee más allá de la ejecución gimnástica de unos movimientos marciales, que sin toda la filosofía que los sustenta, resultarían completamente inanes.

Michelle Djerzinski

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Michelle es un auténtico placer leerte en esta tu primera reseña. Espero que haya muchas más, pero, mamonaco, paquetón, a ver si la próxima vez "resumes" un poco más, que voy a tener que entrallonarte por toda la escuadra.

Un abrazo sotanista.


Manuel

Anónimo dijo...

Es cierto, es cierto... Pido disculpas a todo el mundo por la extensión, pero es que al ser la primera reseña, me he emocionado un poco y no me he medido lo suficiente en este sentido. Puedo prometer y prometo que mis próximas reseñas serán mucho más comedidas.

Sotanismo al poder.

Michelle